domingo, 15 de febrero de 2015

Ana María Antonia de Soto. La heroína española de la Infantería de Marina

Como no también hubo mujeres valientes y que lucharon con gran patriotismo, este es el caso de Ana María Antonio de Soto que se enroló haciéndose pasar por hombre para alistarse en la infantería de Marina, luchando en una batalla junto a otro grande Martín Álvarez. Su figura está siendo desde hace años bastante mencionada, a veces por el tema de la igualdad e incluso por alguna feminista, éstas afortunadamente no han tenido eco.


Marcó un hito y casi una odisea, ya que una mujer viviendo y combatiendo en un buque de guerra sin ser descubierta, con las duras condiciones de vida en aquellos barcos llenos de hombres tiene su mérito. Es el caso de una mujer que se alistó en dicho cuerpo, haciéndose pasar por hombre. Además era coetánea de Martín Álvarez, luchando al igual que él en San Vicente.




El 26 de junio de 1793 y pasándose por hombre, sentaba plaza de voluntario de Infantería de Marina, en la Sexta Compañía del XI Batallón, quien respondía al nombre de Antonio María de Soto, natural de la villa de Aguilar (Córdoba), a la edad de 16 años, mínima para estos casos. En su asiento figuraba ser hijo de Tomás y tener el pelo castaño y los ojos pardos.

Con motivo de la guerra con Francia, el 4 de Enero de 1794, Soto se embarcó en la fragata Mercedes, de 34 cañones, realizando diversas campañas de escolta y vigilancia de las costas españolas para, finalmente, dirigirse a Rosas, sitiada por los franceses que acababan de conquistar Figueras sin encontrar resistencia. A la llegada y con la protección artillera de la flota de Gravina, el batallón de Soto desembarcó uniéndose al grupo de soldados que, heroicamente, defendían la plaza, hasta que la situación se hizo insostenible teniendo que retirarse y reembarcar nuevamente, dirigiendo Gravina la evacuación. En esta su primera acción militar, destacó por su valor y sacrificio.

En 1796, su buque la "Mercedes"  fue asignada a la flota de don Juan de Lángara hasta que, declarada la guerra a Inglaterra, se unió a la escuadra bajo el mando del teniente general don José de Córdoba y Ramos que enarbolaba su insignia en el Santisima Trinidad, el mayor barco del mundo, de 130 cañones y el único de cuatro puentes; la escuadra zarpó de Cartagena el 1 de febrero de 1797 para  enfrentarse a la inglesa mandada por el almirante sir John Jervis y en la que figuraba el navío Captain mandado por el comodoro Nelson. Ambas se encontraron el 14 de febrero de 1797 a la altura del cabo San Vicente, sin que además de otras graves deficiencias y errores, la española nunca logró estar debidamente formada en línea de combate, causas principales del desastre naval que nos costó la pérdida de varios navíos, unos 300 muertos, alrededor de 1500 heridos y 3000 prisioneros, mientras los ingleses sólo tuvieron 75 muertos y 325 heridos aproximadamente. Los restos de la escuadra pudo refugiarse en Cádiz, donde se procedió a las carena de los navíos más perjudicados, entre ellos la fragata Mercedes, aunque no consta que sufriera bajas. Jervis fue premiado con el título de Conde de San Vicente y Nelson fue ascendido a Contralmirante, mientras que Córdoba fue inhabilitado y privado de su cargo, restituyéndose en la mando de la armada a Mazarredo que, una vez rearmados los navíos, levantó el cerco de Cádiz que sostenía Jervis. En estas acciones intervino Soto como infante de la Mercedes, que al ser enviada en febrero de 1798 con tropas a Venezuela, su batallón fue embarcado en la fragata Matilde que también había intervenido en la batalla del cabo San Vicente; pero apenas incorporado, Soto fue atacado por unas fiebres altísimas que requirieron un concienzudo reconocimiento médico, durante el cual, inevitablemente, afloró la condición de su verdadera naturaleza, descubriéndose con sorpresa que se trataba de una mujer, situación que la obligó a declarar que su verdadero nombre era Ana María Antonia de Soto. Enviado el preceptivo informe a las autoridades de la Marina, y una vez curada del mal que padecía, el almirante Mazarredo ordenó el 7 de Julio de 1798 su inmediato desembarco, a la espera de lo que, al respecto, dispusiera Su Majestad Carlos IV sobre caso tan singular que por primera vez se daba en la historia de la Infantería de la Marina Española, consignándose en el despacho que en el tiempo que ha servido se ha hallado en el ataque de Bañuls, en Cataluña, en la defensa y abandono de Rosas y en el combate naval del día 14 de febrero de 1797, como en diferentes acciones de las lanchas cañoneras y demás fuerzas sutiles de Cádiz contra los ataques de los enemigos.

 Sus destinos fueron muy diversos y en todos actuó con eficacia, disciplina y abnegación. Embarcó en las fragatas "Mercedes", participando en el combate naval de San Vicente, y "Matilde" y luchó en Aljama, Bañuls y Rosas, y en 1797 formó parte de la guarnición de las famosas cañoneras de Barceló, que con otras fuerzas sutiles defendieron Cádiz.

Pese a que su comportamiento siempre había sido ejemplar, no hubiese saltado a la fama y a la historia cuando en 1.798, después de cinco años y cuatro meses de servicio, dispuso el Almirante Mazarredo, el desembarco del soldado voluntario de Infantería de Marina, Antonio María de Soto, a quien como consecuencia de un reconocimiento médico por unas fiebres que padecía, se había descubierto que se trataba de una mujer y que, en realidad se llamaba Ana María Antonia de Soto, y no sólo la concedieron una licencia honrosa, sino el premio que correspondía a su patriótico e inusual proceder.

Por la Real Orden de 4 de diciembre de 1798 se le concedía el grado y sueldo de sargento primero de Batallones, y por otra de 24 de julio del año siguiente, "en atención a la heroicidad de esta mujer, la acrisolada conducta y singulares costumbres con que se ha comportado durante el tiempo de sus apreciables servicios...", se le otorgaban dos reales diarios por vía de pensión y "que en los trajes propios de su sexo pueda usar de los colores del uniforme de Marina como distintivo militar".


Y poco más se sabe de ella. Una pena que no le contara su historia a alguien, como sí hizo Catalina de Erauso, por mencionar a otra mujer de armas. Sí se conoce que hacia 1809, en plena guerra de la Independencia, le racanearon la pensión. Y que en Montilla al parecer regentó un estanco, cuya licencia le fue arrebatada injustamente en 1819 en época del ominoso Fernando VII. Ignoro si esta mujer es recordada por los actuales infantes de Marina , entre los que se cuentan no pocas mujeres. Espero que sí. Sería bonito que un buque llevara su nombre, ya sea pequeño o grande llevara su nombre. Pero en fin son tantos los héroes que merecerían buques y cuarteles, que siempre se les olvida. Algún día habrá que realizar recopilaciones de todos los héroes de cada época y arma de nuestros ejércitos.

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